La persona entrevistada se llama Dolores, nació en Belalcázar, provincia de Córdoba, en el año 1917 y allí se encontraba cuando se originó la Guerra Civil.
Su padre era zapatero y utilizaba un cuarto de la casa como taller de arreglos. Su madre hacía las tareas domésticas y ayudaba en el taller familiar. Dolores tenía ocho hermanos, de los cuales siete eran hembras y uno varón. También ayudaba a su padre en la zapatería y a su madre en las tareas de la casa, como cualquier muchacha de la época. Sus hermanas prácticamente hacían lo mismo y la hermana mayor asumía de vez en cuando el papel de madre. Sus hermanos [sic] no realizaban los mismos trabajos, ya que eran varones y tenían otros deberes. De algún modo tenían más privilegios por el simple hecho de ser hombres. Ellos solían trabajar en el campo en labores que requerían más fuerza física que las de las mujeres. En esta época a la mujer no se la tenía en cuenta y apenas podía decidir sobre las cosas.
La casa en que vivía estaba situada enfrente de la plaza, donde solían jugar y pasear niños y mayores. Aquí se realizaban pequeños bailes cuando había fiestas, que era una de las pocas diversiones de la población.
Existían escuelas para ricos y escuelas para pobres
En este pueblo la educación era escasa. Debemos destacar que había grandes diferencias en la educación que recibían ricos y pobres, además de niños y niñas. Dolores asistía a una de las dos escuelas de niñas que había en el pueblo.
Para los niños las escuelas eran muy grandes y estaban divididas en aulas por edades.
En las escuelas no sólo se hacía distinción por sexo, sino que también se diferenciaban por grupos sociales, es decir, existían escuelas para ricos y escuelas para pobres.
Los niños y niñas iban a la iglesia con sus padres y familiares los domingos a las once de la mañana. Las niñas tenían que llevar un velo que les cubriera la cara y manga larga, ya que no estaba bien visto llevar manga corta. Llevan también cuello de tirilla que les tapaba parte del pescuezo.
Las mujeres ayudaban en el campo
El pueblo vivía básicamente de la agricultura, ganadería y servicios. Dentro de los servicios destacamos los talleres artesanos: zapatería, espartería, fraguas, cerámicas...
Apenas había industria, tan sólo existía una fábrica para moler el trigo, de la cual se obtenía harina, y tenía gran importancia en el pueblo. La entrevistada ayudaba en la zapatería de su padre limpiando los zapatos, pero sólo trabajaba los sábados y días que tenían mucho trabajo.
Su padre, junto con otros zapateros, formaron una cooperativa.
La mayoría de las mujeres ayudaban en el campo y se hacían la ropa a mano.
Las personas que trabajaban en el campo lo hacían todos los días del año, domingos incluidos, excepto los días de las fiestas importantes. Los que trabajaban dentro del pueblo tenían un único día libre, los domingos, sin contar con las fiestas populares.
Andar es sano
El mercado se instalaba en la plaza al aire libre, aunque tenían lonas para resguardarse en invierno, y estaba formado por pequeños puestos que se ponían y quitaban todos los días.
La leche podía distribuirse de dos maneras: Había personas que venían de un pueblo cercano, Hinojosa del Duque, con cántaros cargados en burras y un jarro de medio litro con el que medían la leche. También había en el pueblo gente que tenía vacas en “cerquillas”, adonde acudían los vecinos a comprar la leche.
Los burros eran el medio de transporte habitual, pero el que no los tenía debía caminar.
Confeccionaban los colchones a escondidas
Los domingos no se disfrutaba de la misma forma entre hombres y mujeres. Los hombres y mujeres daban un paseo por la plaza, pero tan sólo los hombres eran los que iban a beber vino en las tabernas en grupos. Además solían jugar a las cartas.
Las jóvenes iban a pasear a la plaza y tenían que recogerse antes de que el sol se ocultase. A las mujeres no se les permitía la entrada a las tabernas, estaba muy mal visto.
Los chicos y chicas se conocían en la plaza y por comentarios de vecinos.
Las mujeres mayores tan solo salían en caso de misa, rosario o entierro.
Las mujeres realizaban los colchones a máquina y lo hacían a escondidas, porque el colchón representaba la unión sexual entre el hombre y la mujer, y no estaba bien visto. El colchón era de lana y debajo había otro de paja.
Ánima a ronda
Cuando un chico y una chica comenzaban una relación de pareja, ninguno de los dos podía entrar a la casa del otro. Después, cuando llevaban cierto tiempo, la muchacha pide a su padre la entrada de su novio a casa. El tenía que dar su consentimiento y así podían estar un ratito en su casa, textualmente: de “ánima a ronda”. Algunos decían que no querían novios mañaneros porque la muchacha tenía que ayudar en las tareas de la casa cuando eran muchos hermanos. Por la tarde daban un paseíto y pronto se iban a casa.
Cuando nacía un niño o niña, se regalaba a la madre chocolate. Al niño por el contrario no se le hacia ningún regalo. La familia mas allegada solía regalar a la madre una gallina, una docena de huevos o lo que tuviese en el campo.
Las madres parían en sus casas, ayudadas por la comadrona.
No había sanidad pública
La medicina estaba poco avanzada y sólo había tres o cuatro médicos en todo el pueblo. Para que te atendiesen tenías que estar asociado a un médico y pagar un dinero al mes. Si los abonados caían enfermos, llamaban al médico y éste iba a sus casas. Los que no pagaban al mes tenían que abonar la visita; si no estaban muy malos, iban a casa del médico, pero, si estaban graves, el médico acudía a casa del enfermo.
La gallinita ciega
Los niños tenían diversos juegos. Uno de ellos consistía coger un cántaro de barro, romperle la base y pasarle una cuerda por el interior, cuyos extremos se ataban a dos ventanas enfrentadas de un lado o otro de la calle. Quedaba así el cántaro en medio de la calle. Luego se pasaba otra cuerda por una de las asas del cántaro para moverlo horizontalmente. Uno de los participantes se tapaba los ojos y tenía que romper el cántaro, mientras otro tiraba de la cuerda atada al asa para moverlo e intentar que no pudiese romper el cántaro. Este juego se llamaba la gallinita ciega.
En las fiestas se jugaba a la cucaña, que consistía en poner un jamón o pollo en lo alto de un palo impregnado de grasa. El participante tenía que subir a lo alto y coger el jamón o pollo.
Tiraron las cruces para acusar a los de izquierda
La situación en el pueblo estaba un poco revuelta, porque en ese momento gobernaban los de izquierda.
A las afueras del pueblo había tres cruces que los de derechas tiraron para culpar a los de izquierda. Estas cruces estaban en muchos pueblos y se utilizaban como paradas de los entierros y procesiones. El ayuntamiento estaba gobernado por los de derechas, y el alcalde y su camarilla mandaron tirar las cruces para que los del pueblo pensaran que había sido un acto de los de izquierda. Sólo después de la guerra se aclaró esto.
Cuando estalló la guerra, hubo jóvenes que se alistaron voluntarios mientras que otros iban por su quinta. Mucha gente se juntaba con toda la familia y se escondía. La gente estaba muy asustada.
Un día, al año de empezar la guerra, dieron un pregón para que se abandonara el pueblo, porque iban a bombardearlo.
La gente marchaba a los cortijos o fincas abandonadas de las afueras del pueblo.
Fue voluntario a defender la República
El novio de Dolores se refugió con sus padres y una hermana en una finca abandonada por los propietarios al estallar la guerra. Con ellos se fue otra familia y juntos permanecieron allí hasta el final.
Cada uno ayudaba en lo que podía. El padre de Dolores limpiaba los zapatos, otros se encargaban de hacer la comida, etc.
El novio de la entrevistada se fue voluntario a la guerra, a defender la República, que en ese momento era lo que había querido el pueblo. Estuvo en la batalla de Teruel, donde fue hecho prisionero, y permaneció encarcelado, como muchos otros, sin haber cometido ningún delito. Pero, para que los franquistas tuvieran pruebas para meter en la cárcel a los de izquierdas, hicieron firmar a la fuerza a los detenidos su participación en varios asesinatos contra militares de Franco.
Un día se acercaron al cortijo un grupo de personas gritando que había finalizado la guerra.
La posguerra fue peor que la guerra
Una vez finalizada la guerra, Dolores volvió a la casa del pueblo con sus familiares y la hallaron destrozada, porque la habían utilizado otras personas. Con lo cual no pudieron habitarla y tuvieron que alojarse en casa de una tía, una hermana de su madre. Cuando quisieron arreglarla, los albañiles no querían dinero, sino comida. El dinero había perdido su valor y, aunque lo había, no había siembra, ni animales, ni cosa que comer. Entonces la gente que tenía guardada alguna cosecha, luego la sacaban y la vendían, de donde ganaban bastante dinero. Entonces fue cuando el dinero volvió a tener valor de nuevo.
Hubo mucha gente que murió, otros quedaron mal heridos, sin brazos, sin piernas.
Muchos quedaron encarcelados, aunque no habían sido juzgados ni eran culpables. Algunos fueron desterrados de su pueblo de origen y otros fueron asesinados por ser de ideas contrarias. Después de la guerra se pasó peor que durante la guerra.
E. C. M.
http://lacomunidad.elpais.com/memoriabuelos/2008/6/25/el-dinero-habia-perdido-su-valor
No hay comentarios:
Publicar un comentario