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martes, 10 de junio de 2008

El cirujano oftalmólogo de la Córdoba ensombrecida


POCO se sabe de la vida personal de al-Gafiq, cuyo nacimiento sitúan los cronistas en el siglo XII y en el corazón del Fahs al-Ballut o Valle de las Bellotas, más concretamente en la localidad de Belalcázar, la antigua Gafiq califal, según denuncia el origen o nisba que precede a sus apellidos.

La tierra que le vio nacer era conocida en Córdoba Omeya, según al-Himyari, por ser sus habitantes "bravos, enérgicos, endurecidos y resueltos", hasta el punto que los cristianos, tras frecuentes incursiones abortadas por los pedrocheños, evitaban ya "encontrarse con ellos". Y con la misma bravura y pasión con que el pueblo se prestaba a defender sus lindes, lo hacían estudiosos, juristas o cadíes en sus misiones, de tal modo que sus nombres quedaron plasmados en los pergaminos carmesí donde se escribían los días de al-Ándalus.

Muhammad ben Qassun ben Aslan al-Gafiq fue uno de ellos. Precedido por la experiencia de haber ejercido la Medicina en su lugar de origen, continuó sus prácticas en Córdoba, donde sus colegas atesoraban ya conocimientos, de tal avance en esta ciencia que muchos tratados escritos por ellos serian traducidos y estudiados en las universidades, las farmacias y hospitales de la futura Europa hasta bien entrado el siglo XVIII.

Tras pasar un tiempo en Bagdad, volvió pisando con firmeza entre los eruditos capitalinos, dados a denostar a los emigrados de coras aisladas, como la de su origen. Para entonces, los últimos estertores del califato provocaban también las sacudidas finales -y, por consiguiente, intensas- de los herederos de un esplendor en evidente declive. Sin embargo, la medicina debía ser todavía un bien y un derecho común al que todo ciudadano tenía acceso, generalmente de forma gratuita. A las consultas de los médicos de Córdoba, habrían dejado de acudir ya los nobles de los reinos cristianos, invitados hasta el Alcázar o Zahra, para curar sus grandes males, pero sí llegaban gentes de la coras cercanas, de la taifa en que se había convertido Córdoba.

Siguiendo las directrices marcadas por el gran Albucasís o/y atreviéndose a disentir de él, Muhammad ben Qassun ben Aslan al-Gafiq desarrolló su labor como oftalmólogo, anticipándose como él a la moderna cirugía ocular, realizando operaciones de cataratas, desconocidas en el mundo occidental, mediante instrumentos quirúrgicos como la aguja, que aportara su maestro, y otros de invención propia, algunos de los cuales pueden verse aún en el museo que alberga la torre de la Calahorra.

Para esta práctica contaban ya con recursos tan sorprendentes en su tiempo como la asepsia (principalmente alcohol) o drogas que narcotizaban al paciente, siempre mediante la medicina natural, extraída de plantas, de las que los andalusíes eran grandes conocedores y expertos consumidores. Así, entre los colirios de más predicamento para la curación de las cataratas, estaba el compuesto por distintos zumos de granada y agua de hinojo; y eran ya la valeriana o el agua de azahar remedios cotidianos.

Su obra más conocida es la Guía del Oculista, custodiada en la biblioteca de El Escorial y dividida en seis partes. La primera de ellas trata sobre las enfermedades oculares de los niños y las afecciones en los párpados, dando fórmulas y recetas para su curación, todas procedentes de Egipto, Babilonia, Alejandría y otros países árabes. El siguiente se centra en ulceraciones y cuerpos extraños; otro en las enfermedades de la córnea, describiendo instrumentos de cirugía. También hay un extenso capítulo a la pupila, a la causa y características de las cataratas (agua que cae sobre la pupila) sin obviar otras como la midriasis o la miosis.

Al parecer la escribió y dedicó a su hijo, para hacerle más compresiva esta ciencia. Y debió cumplir su objetivo, porque Ahmed Ibn Muhammad Abu Yaafar al- Gafiq destacó también en el campo de Medicina y Farmacología, siendo considerada su obra el cúlmen de las investigaciones y las prácticas de las grandes figuras árabes que transmitieron a Occidente la ciencia de Dioscórides o Galeno.

El hijo de al- Gafiq dejó obras esenciales como El libro de las fiebres y de los tumores o El libro del rechazo a todos los daños que afectan al cuerpo. Su padre había muerto ya en Córdoba en un día y mes imprecisos de1165. La ciudad le erigió monumento, coincidiendo con el VIII aniversario de su muerte. Siete siglos antes, un fraile franciscano había dado con el invento que muchos cordobeses le atribuyen a él: las gafas.

PUBLICADO EN EL DIA DE CORDOBA

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Desde luego debe ser el único paisano que dejó un legado importante para la historia. Y además, es un gran desconocido para el público en general, dándosele únicamente bombo y platillo a Sebastián de Belacázar, de éxito más controvertido...

Anónimo dijo...

Tengo copia (completa y encuadernada) de la Guía del Oculista, en árabe, y una traducción en francés.